jueves, 12 de febrero de 2009

Li Bai y Du Fu





Los poetas chinos de la antigüedad

Siempre digo que el idioma castellano debe ser una de las lenguas con mayores capacidades expresivas del mundo (lo sigo pensando) y por ende su literatura ha tenido siempre una gran importancia. Quizás sea a la inversa: esta lengua nuestra quizás sea tan vasta gracias a los logros de sus poetas y también, por que no decirlo a los avatares de la historia de los pueblos que la utilizaron y la utilizan aún.

Sin ánimo de meterme ahora en ese tema (que va a ser motivo de otra entrada) es cierto que esa grandiosidad de la lengua, que entre otras cosas generó un fenómeno tan importante y singular como el "Siglo de Oro español" y que luego quedó absorbido por otro fenómeno aún más vasto que es "lo hispanoamericano", muchas veces no nos ha dejado ver la grandeza de otras literaturas (expresiones por supuesto, de grandes culturas) de otras poéticas y de otras afectaciones, o las mismas, que terminan siendo traducidas de modos similares o divergentes de como lo hemos hecho y lo hacemos nosotros. En la próxima entrada hablaremos de la poesía andalusí que creo que explica en gran parte ese "siglo de oro español", pero hoy quiero compartir con ustedes el hallazgo de la poesía china que no es precisamente (hasta donde yo se) algo que pueda vincularse de manera directa a nuestra literatura.

Conocemos sí, algo del Jaiku y la Thanka japonesa... y siempre nos parece que en materia de poesía, cuando nos remitimos a esa parte del mundo, nos sumergiremos en la mística del zen, del bushido y la historia del pueblo japonés... Por eso mi asombro cuando descubrí a los poetas antiguos de la China, simplemente me parecieron sorprendentes, y una vez que pude tomar distancia de ellos y reflexionar sobre su poesía me dí cuenta incluso que esa imagen de lo japonés (su cultura misma) tiene un origen en estas tierras y en estos poetas que hoy les traigo.

El sol enrojese en el horizonte
desesperado, fijo mi mirada
en la senda que se aleja
oh mi amor ven deprisa
que el día se nos acaba.
(Cao Pi "Según la melodía Qiuhu")

Estos poetas son de entre el 200 y el 900 de nuestra era, evidentemente influenciados por el taoísmo que proponía la búsqueda de la armonía con el universo como senda a la autosuperación y la trascendencia: Ese mismo taoísmo al mezclarse con el confusionismo (práctico y legislador) y más tarde con el budismo, dieron origen al zen japonés del que tanto nos fascinamos.
Es por tanto esta poesía una poesía de la delicadeza, de la contemplación de la belleza magnifiscente de la naturaleza, del retraimiento y la meditación, pero no sólo eso, lo cual también me sorprendió:


Bebiendo solo a la luz de la luna

Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca.
Levanto mi Copa, invito a la Luna

y a mi som bra, y ahora somos tres.

Mas la Luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, Luna y sombra
serán mi compañía.

La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la Luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.

Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el Río de Plata de los Cielos.

Este poema es de Li Bai, también conocido como Li Po, Li Tai Po, Li Tai Pe, poeta de mediados de los 700 y un verdadero icono de la poesía china junto a su antagonista complementario Tu Fu o Du Fu (ambos de la dinastía Tang). Dicen que Du Fu era un gran admirador de Li Bai (incluso le escribió un poema), y también dicen que esa admiración era lo único que tenían en común, es decir: Du Fu admiraba a Li Bai y Li Bai también se admiraba. Lo asombroso de este poeta tan amado por los chinos es que rompe estereotipo del monje oriental. Nuestro amigo Li Bai se asemeja más a los bohemios de Montparnase que a los monjes de Fukien. Este poema así parece atestiguarlo: gran bebedor de vino, enamorado de la luna, por su culpa murió ahogado cuando la quiso abrazar (ya ebrio) sobre una barca. Él y Du Fu parecen ser los dos extremos de una misma madeja, el uno, podríamos decir más lírico... de exaltación de los sentimientos y de la vida misma... el otro más descriptivo y sutil

Luna

Allí, en el cielo, avanza el otoño,
y el semblante de la luna nos parece más claro; el Sapo no se ahoga aunque baje hasta el fondo del río de las estrellas y la liebre vive vida eterna mordisqueando sus hierbas hechizadas.
Mi fiel corazón se llena de amargura
y un resplandor de claridad nueva se añade
a mis cabellos blancos.
Sé que en este momento escudos y lanzas
atestan la tierra.
¡Oh, deja de brillar

sobre las hordas que acampan al occidente!

Du Fu


La ascensión

En el vendaval, bajo el alto cielo, los simios aúllan su tristeza;
Sobre el islote límpido de arenas claras, un pájaro con su vuelo traza un círculo.
Muy lejos, los árboles dejan caer sus hojas
que silban al viento;
El Gran Río, sin tregua, arrastra hasta mí sus olas.
A mil estadios de los míos, me inclino a sollozar
sobre el otoño, y el exilio me parece eterno;
Toda mi vida he padecido enfermedades; apenas ahora subo a esta terraza.
Tengo más pesares y tormentos que cabellos sobre mis encanecidas sienes;
Humillado, bueno para nada, he renunciado
a las copas de vino turbio.

Du Fu


Volviendo al inicio de estas reflexiones, creo que hay algo concreto, y es que estos poetas resisten hoy mucho mejor una lectura que los españoles del "siglo de oro".


Conversación en la montaña

¿Me preguntas por qué habito
en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.

Li Bai




A mi me parecen que fueron escritos hoy.








--------------------------------------------------------------------------------------------------

Entrada enterior Francois Villon

el mes próximo: Los Grandes Poetas Andalusíes

No hay comentarios:

Publicar un comentario